martes, 14 de mayo de 2013

Japón y EE UU.

Japón se abre al mundo
Tropas japonesas.

Japón fue la excepción en Asia, ya que se transformó en una potencia imperialista. Este país se mantuvo alrededor de 200 años casi completamente aislado del resto del mundo, pero en 1853 la amenaza de los cañones del comodoro estadounidense Mathew Perry lo obligó a abrir sus puertos al comercio internacional. En la era Meiji (1868-1912) se realizaron reformas que lo convirtieron en un Estado moderno al estilo occidental, además de una de las primeras potencias del mundo industrializado.
En 1890, Japón pasó a ser una monarquía constitucional y su desarrollo fue a la par con la aparición del nacionalismo y las revueltas sociales. La victoria militar sobre Rusia, en 1905, lo elevó a potencia colonial, con la ocupación de Corea, en 1910.

Asoma Estados Unidos

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La lucha de Cuba por emanciparse de España, fue apoyada por Estados Unidos.
El aumento de la población, los ajustes económicos y la estabilidad política fueron los factores que empujaron el imperialismo estadounidense. A fines del siglo XIX este país dejó atrás la doctrina del presidente James Monroe, que se resumía en la frase “América para los americanos”, y abandonó su aislamiento.
Después de apoyar con éxito a Cuba en su guerra de independencia de España, en 1898, obtuvo Puerto Rico, Guam, las islas Marianas y las Filipinas. Cuba quedó sometida a una tutoría estadounidense, y entró en un periodo político con frecuente intervención de ese país en el campo económico y militar. En 1893, EE.UU. ya había anexado el archipiélago de Hawaii.
En 1903, luego de reconocer la independencia de Panamá (que se separó de Colombia), Estados Unidos construyó en este país el canal de Panamá, lo que en la práctica significó que se convirtiera en su protectorado. Desde 1901, y al amparo de la idea del panamericanismo, Estados Unidos ha intervenido prácticamente en todos los conflictos ocurridos en América.

Auge y caída

La más importante potencia colonial fue sin duda Inglaterra, que a todos sus territorios agregaría colonias de plantación en las Antillas, Honduras y Guyana, mientras que Canadá (1848), Australia (1900), Nueva Zelanda (1907) y la Unión de África del Sur (1910) se transformaron en dominios o colonias de poblamiento; sus flotas controlaban todos los océanos.
Gran Bretaña supo adaptarse a las condiciones de cada región. Sus dominios tenían su propio parlamento y gobierno y solo la política exterior quedaba en manos de Londres. En India mantuvo a la mayoría de los príncipes, rajás y maharajás, y en otras colonias ejerció un simple protectorado.
En cambio, Francia fundó un imperio fuertemente centralizado, en que todo el poder era ejercido por la administración colonial francesa. Las poblaciones de las colonias debían convertirse en franceses, no importando sus culturas, costumbres o creencias.
Gracias al imperialismo y colonialismo, las potencias europeas, Estados Unidos y Japón expandieron su control político, económico y ampliaron la divulgación de la civilización científico-tecnológica, que pasaría a convertirse en modelo de vida para todo el mundo.
Sin embargo, los pueblos sometidos comenzaron a asimilar la civilización moderna y a plantearse su propia individualidad. A partir de entonces empezaron a luchar por su libertad, ayudados por el desmoronamiento de Europa tras los desastres de la Primera Guerra Mundial.

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